RECOMPONER EL PERÚ
Llegamos al 203° aniversario de la independencia nacional en una situación realmente difícil. Según lo ponen de manifiesto las encuestas, nuestras autoridades, tanto aquellas que detentan el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, como las autoridades regionales, provinciales y distritales, tienen un altísimo nivel de desaprobación por parte de la ciudadanía. Enfrentamientos por el poder y serios indicios de corrupción en distintas instituciones del Estado, incluidas aquellas que deberían tutelar la recta administración de justicia y el bien común de la sociedad, ocupan los titulares de las noticias. Van en aumento la inseguridad ciudadana, los índices de pobreza, las brechas sociales, la economía ilegal y la falta de institucionalidad. El sector educación está en crisis y el sector salud no se da abasto para proveer de adecuada atención y medicinas a nuestros hermanos más pobres y necesitados, que al no poder comprarlas en las farmacias privadas ven cómo avanza la enfermedad y, en no pocos casos, mueren. Nos encontramos, pues, en una crisis multidimensional que se ha ido generando desde hace bastante tiempo y afecta a todos.
¿Cómo hemos llegado a esta situación y qué podemos hacer para superarla? Porque ciertamente no podemos culpar de todo a nuestras autoridades ni dejarlo todo en sus manos. También nosotros, por amor a la patria, debemos cooperar, participar y afrontar esta crisis juntos. No por medios violentos, sino poniendo cada uno nuestro granito de arena ya que, en cierto sentido, todos, como nación, tenemos algo de responsabilidad en lo que viene sucediendo en el país. En efecto, las autoridades que hoy nos gobiernan las hemos elegido nosotros. No necesariamente porque todos hayamos votado por ellas, pero sí porque todos hemos participado en el proceso electoral. Aquí tenemos entonces un primer punto de reflexión. ¿En qué nos hemos equivocado? Por lo que voy viendo, entre los politólogos hay consenso en afirmar que uno de los aspectos que viene influyendo más en las elecciones, sobre todo en aquellas nacionales, es la polarización. Según dicen, muchísimos no votan porque estén de acuerdo con el candidato sino porque están en contra de su adversario, no pocos incluso lo odian. Otros tal vez han caído en el engaño de promesas que eran realmente imposibles de cumplir. Primera lección, entonces: la próxima vez seamos más cuidadosos a la hora de votar.
Por otro lado, siempre se ha dicho que la familia es la célula básica de la sociedad. No es casualidad, por tanto, que el proceso de deterioro de la familia, por el que venimos atravesando en el Perú, repercuta en el deterioro de la nación. El hiper individualismo que lleva a que muchos matrimonios se rompan con facilidad, la propagación de ideologías contra la vida (aborto) y el abandono o hasta el asesinato de enfermos y ancianos (eutanasia), padres que ya no saben educar a sus hijos ni transmitirles la fe, son medios a través de los cuales se va perdiendo el sentido de la moral que se va extendiendo a los diversos ámbitos de la sociedad. Faltan valores. Volvamos a Dios, fundamento de la dignidad del hombre y de sus valores, y veremos cómo el Perú se empezará a recomponer.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa