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Nuestro Patrimonio

Con motivo del XIII Congreso Mundial de la Organización de Ciudades del Patrimonio Mundial, celebrado los últimos días en Arequipa con la asistencia de numerosos visitantes del extranjero, hemos tenido el agrado de presentar la fachada de nuestra Catedral totalmente renovada, gracias a la limpieza y mantenimiento que se le ha realizado, así como al cambio de iluminación que se ha mejorado notablemente. Antes de la ceremonia de inauguración, que se realizó en la Plaza de Armas, tuvimos también el agrado de ofrecer un concierto a cargo del Coro de Niños Cantores “San Rafael Arcángel”, de la misma Catedral, dirigidos por la maestra Pilar Lopera y acompañados en nuestro famoso órgano Loret por el maestro Hugo Cueto.

Sin duda, Arequipa tiene un gran patrimonio monumental, cultural y artístico que debemos custodiar y valorar cada vez más, pero hace falta también que redescubramos que el patrimonio más grande que tenemos los arequipeños es nuestra fe católica y que el patrimonio más grande que tiene todo padre y madre de familia son sus hijos. ¿De qué nos serviría restaurar nuestros monumentos y embellecer la ciudad, si perdemos la fe y las familias se desintegran, perdiendo así la más preciosa herencia que nos legaron nuestros antepasados? Gracias a Dios, la experiencia de los días pasados nos permite ver el futuro con esperanza. Por un lado, el Congreso Mundial al que antes me he referido ha despertado en muchos el deseo de cuidar nuestra bella ciudad. Por otro lado, la IV Fiesta Juvenil de la Fe, celebrada el pasado fin de semana en el “Santuario de Chapi”, a la que han asistido alrededor de seis mil jóvenes, ha puesto de manifiesto, una vez más, que la Iglesia en Arequipa se está renovando y va surgiendo una nueva generación de jóvenes católicos que no se dejan engañar por los ídolos del mundo sino que desean vivir la fe en plenitud y gozar de la vida eterna que Dios les ofrece y que comienza también en este mundo.

Miles de jóvenes están volviendo a la Iglesia. Son jóvenes normales, a los que les gusta la diversión y la fiesta, pero jóvenes que van descubriendo que para pasarla bien no es necesario estimularse con alcohol, drogas, violencia o sexo. La fiesta en Chapi duró hasta las cuatro de la madrugada. Hemos rezado, cantado, bailado. La hemos pasado muy bien, cada uno con el grupo que fue, pero también conociendo a otros jóvenes. Me ha impactado la alegría de estos chicos y chicas, así como su responsabilidad. Se perfilan como buenos católicos y muy buenos ciudadanos. Por eso, veo en ellos el mayor patrimonio que tiene Arequipa y nos corresponde a nosotros, los adultos, custodiarlo y protegerlo. Es la principal tarea de los padres y madres de familia, para la cual deben poder contar con la ayuda de la Iglesia y de toda la comunidad cristiana. Es fundamental que los padres estén más cerca de sus hijos; que les hagan presente su amor; que les dediquen tiempo y los acompañen; que conversen con ellos, los escuchen y los orienten bien. Y es también fundamental que nosotros, los sacerdotes, obispos, consagrados, consagradas y laicos católicos, los acojamos, los comprendamos y les demos el testimonio de una vida congruente con la fe que profesamos. Pido a Dios que nuestros actos jamás opaquen el resplandor del amor de Dios que Jesucristo quiere que se refleje en su Iglesia para iluminar a las nuevas generaciones que tanto lo necesitan.

+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa