Etimología Pascual

La Iglesia celebra el tiempo de Pascua, que va desde el Domingo de Resurrección hasta el final de Pentecostés -más o menos unos 50 días- como si fuera un solo día, el Gran Día, anticipo del tiempo que no tendrá fin. Este sentido del tiempo en la Pascua se hace especialmente evidente en el tiempo conocido como la "Octava de Pascua", los ocho primeros días del tiempo pascual, en el que las antífonas repiten durante toda la semana: "Hoy ha resucitado el Señor, cantemos un himno al Señor nuestro Dios".
La Paloma o "Colomba" pascual, un pan dulce y adornado con forma de ave, es también un símbolo cristiano. La forma de paloma era utilizada muy frecuentemente en los antiguos sagrarios donde se reservaba la Eucaristía. El símbolo eucarístico se convirtió luego en el pan dulce que suele compartirse, en algunos países europeos -especialmente en Italia- en el desayuno de la Pascua y de la "Pasquetta", el lunes de Pascua.
La palabra "pascua" proviene según la Biblia de la raíz psh (cojear. andar con muletas, saltar): Dios saltó, omitió las casas donde se celebraba la pascua en la última de las plagas de Egipto (Ex 12.13.23.27). Pero esta etimología bíblica es secundaria. De hecho, la pascua de la salida de Egipto no es la primera que celebraron los israelitas; se habla de ella sin previa presentación o explicación en Ex 12,21, como de algo ya conocido y preexistente.
Otros han querido derivar su etimología del acádico pasâhu (calmar, apaciguar) o de una raíz egipcia que significa "golpe".
El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo" (Normas Universales del Año Litúrgico, n 22).
En sus orígenes la Fiesta Pascual era una fiesta de nómadas pastores o seminómadas. Se celebraba fuera del santuario, sin sacerdote ni altar. Consistía en el sacrificio de un animal joven para obtener la fecundidad y prosperidad del ganado. La víctima era asada a fuego, no se le podía romper ningún hueso. Con su sangre se untaban los palos de la tienda (más tarde, las jambas de las puertas), para así alejar amenazas o desastres, verdadero rito protector de peligros. En principio, el rito del sacrificio del cordero no incluía banquete. Al incluirse éste, se comía acompañado de pan sin levadura de los beduinos y hierbas amargas, hierbas del desierto, no hortalizas. Se cenaba con el atuendo de quien está preparado para una larga marcha: báculo de pastor en mano, lomos ceñidos, sandalias en los pies[6] . La fiesta era de noche, noche de luna llena, la más luminosa. Era una fiesta anual, fiesta de primavera, tiempo en que se salía con el rebaño a la búsqueda de pastos, momento decisivo y peligroso. El carácter de esta fiesta era cíclico (el eterno retorno de las estaciones) y tenía, en su origen, aire de ritmo mágico más que histórico.
La Pascua judía evoca liberación, independencia. En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Celebraban la liberación de la esclavitud de su pueblo. Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
Cirio pascual.- La palabra “cirio” viene del latín “cereus”, de cera, el producto de la abejas. Al hablar de las “candelas”, aludíamos al uso humano y al sentido simbólico sé la luz que produce los cirios, también en la liturgia cristiana. El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo – Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adorando.
